Primum non nocere

Nuestro primer principio de la técnica O.M.I. «primero no hacer daño» la tomamos de Hipócrates como norma médica fundamental en nuestra técnica.

En la ortodoncia convencional es frecuente observar que algunos de los dientes, más de los que nos gustaría, acaban la ortodoncia en condiciones de mayor maloclusión de la que comenzaron. Es más, antes de la ortodoncia presentaban una magnífica relación local de estabilidad y belleza y después de la ortodoncia, como consecuencia de cementados de aditamentos poco cuidadosos, acaban en posiciones ciertamente criticables. Suele deberse al principio clásico de trabajar por igual con todos los dientes, estén bien o estén mal posicionados. El problema se presenta con cementados sistemáticos de aparatologías activas en dientes correctos con técnicas poco depuradas.

Lo cierto es que pasamos gran parte del tratamiento arreglando problemas que generamos nosotros mismos con la aplicación de fuerzas activas y, posiblemente, mal posicionadas a dientes o grupos de dientes que no lo precisan.

Se alega dotación de anclaje o la distribución de los efectos a toda la arcada. Y no les falta razón. Pero los daños colaterales son evitables y por ello, nos aplicamos a ello.


Bajo la filosofía O.M.I. no iniciaremos el tratamiento sin antes hacer una detallada determinación de que dientes son los que se relacionan bien entre si y cuales mal. Por unidades o grupos. La idea es que si dos o más dientes mantienen entre si una relación de perfecta armonía de alineado en su relación de contigüidad ¿que necesidad tenemos de considerarlos elementos independientes a efectos ortodóncicos aplicándoles fuerzas activas entre ellos? Lo único que puede ocurrir con esas fuerzas activas, por muy bien que se apliquen será que estropeen el alineado natural que tenían al principio. Ojo, hablamos de una buena relación de proximidad entre dos o más dientes contiguos, ello no quiere decir que el conjunto de ellos no esté espacialmente mal situado y precise ortodoncia, lo que ocurre es que ese conjunto de dientes, bien relacionados entre si deben ser tratados como un todo a mover, sin perjudicar su íntima relación de proximidad tal y como si de un diente multiradicular extenso se tratase.


Por ello, a los dientes bien relacionados, apliquemos ferulización fija entre ellos, extremadamente dura, basada en un arco de acero rectangular fijado con composite entre ellos de forma pasiva o con un par de trenzados de contención, a dos alturas, que nos garantice que el conjunto de dientes se ofrecen a la ortodoncia como si de un diente multiradicular se tratase. Sólo fijaremos las fueras activas a izquierda y derecha, en los dientes terminales del grupo. Para organizar su movilización en bloque. Habitualmente estos grupos suelen coincidir desde primer premolar a molar o entre dos, tres o más de los dientes anteriores. Cualquier combinación es posible, pero a mayor cantidad de bloques ferulizados, la ortodoncia es menos compleja. Puede pensarse que con esta actitud generamos un bloque con demasiado anclaje o resistencia al movimiento si dicho bloque tiene que moverse en alguna dirección en algún momento y no falta parte de razón, los movimientos entre bloques son algo más lentos que entre dos dientes sueltos. Pero son movimientos de ida sin necesidad de vuelta, donde no estropeamos algo para lograr, otra cosa.

También puede pensarse que es difícil detectar que dientes están bien posicionados y cuales no.

Debemos evitar subjetividades. Antes de tomar decisiones, tomamos los modelos, los escaneamos digitalmente, procedemos a realizar un setup virtual que resuelva la maloclusión a satisfacción de forma virtual y ya tenemos una información detallada de cuales dientes han sufrido movimiento y cuales en cambio han sido puro anclaje. Sólo queda respetar este procedimiento.

De forma que nuestro setup virtual nos indicará que grupos deben ferulizarse en masa, sin olvidar que para los movimientos activos, también tenemos una precisa información de cuanto tendremos que mover en extensión y grado en todos los planos del espacio.

En grados y décimas de milímetros. Pero esto se verá en otro momento.


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