La técnica de arco de canto, que nos entregó Angle hace un siglo, ha reinado en el mundo de la Ortodoncia con tal hegemonía que se puede pensar que jamás podrá reemplazarse por algo mejor.
El Arco de Canto se muestra como una técnica muy eficaz en el control de los movimientos en todos los planos del espacio. Máxime con la llegada de la revolución tecnológica de los últimos 30 años basada en la adhesión directa sin bandas, los brackets con triple control y los arcos con aleaciones superelásticas de Nitinol. La ortodoncia fija multibrackets alcanza hoy la excelencia bajo el concepto de Arco Recto, donde el operador sólo debe de preocuparse de un buen diagnóstico y un buen cementado de brackets dejando las labores biomecánicas de alineado en manos del sistema, de forma totalmente automática.
Aunque el buen alineado es parte y no el todo de la Ortodoncia, no deja de ser la etapa más importante por su influencia en la estética y como factor llave para la consecución de los otros objetivos, como mejorar la oclusión y dar estabilidad, entre otras, que no se logran si previamente las arcadas no son favorables a la interdigitación correcta. Pero, hay que reconocer que el Arco Recto ralla en la excelencia en este aspecto.
Entonces, ¿Por qué una técnica nueva? Acaso, un siglo después, alguien debe cuestionarse que se pueden hacer las cosas mejor y de forma distinta a como lo viene haciendo el colectivo por tantos años? ¿Por qué cuestionarse el sistema?
Lo cierto es que Angle disponía de criterios biomecánicos muy sólidos, pero no pudo disfrutar, ni de lejos, de los medios que tenemos en la actualidad.
Indudablemente, si Angle hubiese dispuesto de adhesión a esmalte, nitinol y computación, hoy no estaríamos usando sus brackets, pues habría desarrollado algo aún más eficaz con tan magníficas herramientas.
Porque cuando Angle elige un lugar para fijar su fuerza, elije un punto único de aplicación por diente y lo selecciona próxima al centro de la corona vestibular condicionado más por razones de fijar la fuerza en la banda que porque considerara el lugar como idóneo. Es una opción condicionada por la técnica de usar bandas y no por la optimización de la fuerza ortodóncica. Dado que se veía la banda, no planteó trabajar por lingual. Más tarde. Llegado el cementado directo, los seguidores han intentando reiteradamente reinventar lo mismo pero por lingual, cuando sin cuestionarse que no siempre un brackets en el centro de la cara vestibular lingual sea el mejor lugar para el trabajo por lingual.
Ha pasado un siglo y el colectivo ha dedicado su tiempo a discutir sobre la excelencia del lugar ideal para aplicar las fuerzas desplazándose entre tres milímetros, más o menos arriba o abajo, del antedicho centro de la corona. Nadie se ha parado a pensar porque tiene que ser un lugar único y porqué ese lugar debe ser el centro bajo de la cara vestibular que, aun siendo eficaz, no es el óptimo para la aplicación de las fuerzas, sean movimientos de gresión o de versión, pues está lejos del centro de resistencia y por ello se explica mucho de lo que de problema se presenta a lo largo del tratamiento, faltas de torque final, como ejemplo más claro de entre ellos.
En realidad, dado que tenemos adhesión a esmalte, la cual puede aplicarse de forma casi puntual, una vez abandonada la banda y el brackets convencional, disponemos de varias zonas útiles como punto de aplicación de la fuerza en función del recorrido que queramos del diente con resultados distintos en sus respuesta biomecánica y que pueden aplicarse de forma múltiple o simultánea logrando el control de gresión de forma sensiblemente mucho más eficaz que en un punto único y central a la corona.
Pues influye en ello la ley de la palanca en el concepto diferencial entre el par de fuerzas a cierta distancia frente al pobre recurso de par de fuerzas en el interior de una ranura rectangular, donde la eficacia del sistema es tarea de titanes en virtud del pobre brazo de palanca que en la ranura hay. Para el torque, arco rectangular con ranura rectangular de expresión total y mucha fuerza, tiempo e ilusión incumplida, porque mover una raíz torcionando un arco de 0,022 de grueso a la altura del centro de la corona es tan inoperativo biomecánicamente como pedirle a un atleta levantador de pesas que levante las mismas tomándolas con la punta de sus dedos por uno de los extremos de la barra que une las pesas en lugar de poner una mano a cada lado de su cuerpo tomando la barra de equilibrio que las une de forma equidistante y correctamente distribuido el peso para que la espalda y la musculatura aguante la subida a los hombros de las pesas. La fuerza a aplicar en la ranura es tremenda, los efectos pobres, por la propia ley de la palanca. Aunque funcionar, en plan teórico, nada impide que funcione. Pero en la práctica, es difícil conciliar eficacia con fuerzas rápidas y biológicamente livianas con arcos gruesos aplicados de forma poco eficaz.
Adhesión a esmalte supone libertad de elección del punto de aplicación de la fuerza y lo que es más, esta, si se desea, puede ser directa, sin intermediación de aditamento alguno, ligamos el resorte de nitinol (trozo de arco) directamente al esmalte con el mínimo de composite que mantenga la fijación y basta.
Mas adelante veremos las ventajas e inconvenientes de elegir una u otra posición de entre todo el volumen superficial del diente, incluida, aunque de forma indirecta, hasta la propia raíz. También veremos que no siempre es lo mejor adherir la fuerza al esmalte de forma solidaria y rígida, pues en esta nueva técnica, hay cuatro graduaciones de libertad en la conexión disponibles a nuestra conveniencia, desde la más férrea ferulización a la mayor libertad de versión multidireccional con distintos grados de libertad en función de nuestras necesidades.
Cuando aparecieron, el colectivo ortodóncico no supo valorar la importancia que los arcos de nitinol podían aportar a la ortodoncia, hubo incluso un fuerte rechazo de ciertos estamentos que no aceptaban el no poder domeñarlos con sus bucles. Sólo con el tiempo se le ha llegado a conocer y respetar en su medida. Es magia ortodóncica ofrecida en pequeños arcos. ¿Qué habría desarrollado aquella prodigiosa mente de Angle si hubiese dispuesto de esta aleación en sus tiempos? Nunca lo sabremos, pero es muy probable que el camino de la Ortodoncia habría sido muy distinto.
Por último, valoremos la llegada de la tecnología de la información, la inteligencia artificial y la mejora de los recursos diagnósticos radiológicos y del análisis de la imagen 2D y 3D de cara y modelos dentales asistidos por ordenador. Todo ello, no puede dejarnos indiferente cuando al resto de los ámbitos del ser humano les está cambiando la vida de forma coperniquiana.
Pero usar los recursos 3D que la informática permite en la actualidad no está al alcance del clínico medio, no sólo por razones de costo, sino más bien, por razones de falta de tiempo o voluntad de dedicación para el estudio de los medios técnicos. Los clínicos no acostumbran ser usuarios avanzados en tecnología informática. Por ello, pedirles que realicen setup virtual o impresión 3D es negarles el acceso a estas tecnologías. Bajo esta filosofía, asumimos toda esta labor y le realizamos todo el estudio, planificación y construcción de férulas de cementado indirecto y de colocación de microtornillos de anclaje, de forma que el profesional disfrute de estos avances sin tener que manejar los programas que hacen posible la confección de los recursos. Más adelante, conforme la técnica se simplifique y los medios se abaraten, iremos introduciendo a quien lo desee en la autoproducción de los recursos. Pero será en una segunda fase. Primero disfrutemos de las ventajas de forma guiada sin complejidad técnica añadida
Podríamos preguntarnos de la necesidad de una Ortodoncia bajo los principios mínimamente invasiva.
Pues, sin entrar en los conceptos clásicos de que las fuerzas ligeras son más eficaces que las fuertes, que también. Debemos considerar que la aparatología ortodóncica genera a quien la porta una serie de molestias, sean de índole física, como roces, dolor y/o limitaciones funcionales de higiene y praxis orales, más las molestias psíquicas o emocionales; molestias todas, que podemos minimizar en gran medida con nuestra nueva biomecánica. Menos volumen de nuestros aditamentos, fuerzas puntuales aplicadas de forma temporal en tanto logran su objetivos.
Indudablemente, unos pocos trozos de arco fijados a esmalte son menos molestos a la vista y para la lengua y labios, los órganos contiguos a las arcadas, que el conjunto de brackets que usamos comúnmente, especialmente los linguales. Pero consideramos que nuestra ortodoncia debe ir a más en este concepto de minimalidad que el ser pequeños los aditamentos y las fuerzas empleadas. Aunque ya es.
Por ello, incluimos el concepto de optimización de tiempos con ayuda de la tecnología, como minimizar el tiempo de empleo de las fuerzas. Pues, aun respetando los deseados tiempos de evolución de movimiento sano, iremos eliminando tiempos muertos, de parada inútil cuando no de sobre corrección innecesaria, por no hablar de movimiento incontrolado en una dirección totalmente contraria a nuestros deseos. Pensemos, como ejemplo en el diastema excesivo que genera un coilspring no mas pasan las semanas a la espera de una cita que se hace excesiva en el tiempo. Pues, mediante un control exhaustivo de lo que ocurre en boca en todo momento, con citas por objetivos en lugar de por plazos, se reducen los tiempos totales al mínimo de lo que la naturaleza de la maloclusión precise.
El diagnóstico inicial del caso, su control objetivo de evolución por logros alcanzados y no citas por plazos temporales, la teletransportación de la información mediante una simple imagen que el paciente envíe desde casa para valorar resultados parciales o daños colaterales, son funciones que viene a engrandecer a la Ortodoncia permitiendo saber en todo momento lo que estamos haciendo bien y lo que estamos haciendo mal, dejando el factor arte lejos de la Ortodoncia en pro de una ortodoncia técnica, altamente predecible y protocolizable. Y optimizando pasos en continuo, para el beneficio del paciente y a la postre, de la clínica. Pues no hay mejor publicidad que un paciente bien tratado y satisfecho, en tiempo y medida.
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